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01 de Julio de 2024 /
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Opinión / Columnista Impreso

Inteligencia artificial y posverdad

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José Miguel De la Calle
Socio de Garrigues

La posverdad hace referencia a cualquier tipo de esquema orientado a influir en la opinión pública, con base en mecanismos de manipulación de las emociones y creencias de las personas, mediante la distorsión de la realidad objetiva.

Las técnicas de posverdad se han venido perfeccionado y son cada vez más frecuentes las situaciones en las que obtiene la confianza del público respecto de afirmaciones o narraciones que parecen verdaderas, pero que en realidad no lo son.

La capacidad del hombre de manipular la verdad para influir a las masas no es un asunto nuevo en la política y en la vida en sociedad. Sin embargo, lo que es novedoso y lo que la hace más peligrosa es que la posverdad de hoy en día se aprovecha de los avances tecnológicos y de la circunstancia de que millones de personas usan las redes sociales y forman su opinión a partir de lo que leen y ven en ellas.

Si el impacto dañino de la posverdad se incrementa con la dependencia del hombre moderno de internet y de las redes sociales, imaginemos lo que puede llegar a pasar con la inteligencia artificial (IA).

Muy pronto las herramientas de IA serán capaces de mantener una conversación fluida con los humanos, de una manera tan perfecta que difícilmente podremos detectar que del otro lado no hay un humano, sino una máquina. El ritmo, la cadencia, el tono, el uso del lenguaje y de la voz serán idénticos a los de un humano, a un nivel que va a parecer que el “robot” también tiene sentimientos y emociones. Igual ocurrirá con los textos, las imágenes y los audios a los que accedemos de forma virtual, resultando prácticamente imposible distinguir si una foto, un video, un libro o una canción son creaciones humanas o no y, por ende, si son verdaderos o falsos. Algunos auguran que esto llevará a una crisis mundial de la verdad, al perder el hombre la capacidad de distinguir lo real de lo ficticio y la habilidad de confiar en lo que nos dicen y nos muestran. Si, como dice Yuval Noah Harari, con la llegada de la ciencia el hombre descubrió la ignorancia, con la llegada de la posverdad artificial vendría una segunda capa de ignorancia, más allá de la imaginable.

Otros analistas, por el contrario, piensan que los augurios catastrofistas no tienen un verdadero asidero, y que la idea de una crisis caótica de la verdad y de un mundo controlado por las máquinas, a la manera de Terminator, seguirá estando solo a nivel de la ciencia ficción. De hecho, una de las razones por las que los menos pesimistas estiman que el hombre seguirá estando en capacidad de discernir razonablemente entre lo falso y lo verdadero es que la misa IA será usada como herramienta de apoyo para determinar el origen humano o no humano de cualquier creación que circule por la web.

Mientras descubrimos quién tiene la razón, si los optimistas o los catastrofistas, lo único que podemos hacer es actuar rápido mediante los dos remedios más obvios: (i) trabajar en una legislación o regulación de la IA, tal como lo hizo Europa recientemente, de manera que se puedan identificar los riesgos asociados al uso de la IA, y se puedan establecer mecanismos de protección frente a los riesgos más elevados, y (ii) poner en marcha políticas de educación a la población, para que los usuarios estén concientizados sobre el impacto de esta, y se preparen para sacar provecho de ella, sin exponerse a los efectos adversos que puede conllevar.

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